DOMINGO XXIII Tiempo Ordinario 6 de Sept. de 2020 “DONDE DOS O TRES ESTÁN REUNIDOS EN MI
Introducción
A la Eucaristía muchos fieles vamos por costumbre o por miedo, hacemos de esta celebración fraterna una celebración ritualista fría y vacía. Así se va perdiendo la riqueza del sacramento, ante la pasividad de unos y otros, por eso ¿no habrá llegado el momento de purificar nuestra forma de participar y nuestras intenciones con las que nos reunimos? O experimentamos la presencia del Espíritu que nos anima a reunirnos con nuestros hermanos, o nuestras reuniones nos llevarán a la indiferencia y motivos extra evangélicos, saliendo de ellas helados y sin calor para vivir. El número no importa, “dos o tres” lo importante es la riqueza del sacramento, alimento de vida.
LA FRATERNIDAD BASE DE LA VIDA CRISTIANA
La fraternidad es punto de reflexión desde el inicio de las Sagradas Escrituras, es la preocupación de la Palabra desde el relato con Caín y Abel. La indiferencia por los demás, la falta de solidaridad, son actitudes que van contra las propuestas del Evangelio. No se puede vivir feliz en la soledad existencial, esa soledad en la que hace a un lado a toda persona, una soledad que nos impide entrar en comunicación y comunión con los otros.
Jesús tiene diversos conflictos con los sacerdotes del pueblo, con los escribas y fariseos porque estos con sus actitudes, normas y leyes alejaban a tantas personas y seguimos alejando a tantos otros que quieren incorporarse. Jesús busca atraer a los que están lejos, a los extranjeros, a los paganos y a todo aquel que pudiera estar lejano. Nadie se debe quedar excluido de la comunión con Dios, ni de la escucha de su Evangelio, ni siquiera por haber tomado decisiones que vayan contra las normas de la misma Iglesia, para TODOS ESTÁN LAS PUERTAS ABIERTAS DE LA SALVACIÓN Y DE LA COMUNIÓN CON DIOS, NADA NOS PUEDE SEPARAR DEL AMOR DE DIOS, por tanto, NO SEAMOS OBSTÁCULOS PARA NUESTROS HERMANOS y si no preguntémonos ¿QUIÉN ESTÁ LIBRE DE PECADO PARA CREERSE MEJOR QUE LOS DEMÁS? ¿QUIÉN QUIERE TIRAR LA PIEDRA CONTRA NUESTROS HERMANOS?
SALVAR AL HERMANO Y PROTEGER LA COMUNIDAD
Ezequiel en la primera lectura tiene la encomienda por parte de Dios de cargar con las debilidades del pueblo y desenmascarar todo tipo de indiferencia e insolidaridades por el otro al estilo de Caín, o egoísmos que destruyen pueblos, comunidades, familias; de aquí que la corrección fraterna adquiere un sentido muy profundo al interno de la comunidad cristiana, más que una estrategia o pedagogía, la corrección fraterna es una espiritualidad, un don del Espíritu para construir y alentar a la comunidad.
Corregir con amor al hermano para salvarle, para liberarle es una ayuda amistosa y leal en momentos de desorientación, despiste o simplemente de una experiencia que pasamos varios de nosotros. Cuando nos encontramos con alguien que ama de verdad, que se acerca de corazón sinceramente somos capaces de volver a la bondad y dejarnos contagiar por la generosidad. Los cambios en las personas no vienen por medio de grandes ideologías o de pensamientos y propuestas muy atrayentes, sino por la actitud de quien se acerca y su manera de ayudarnos a encontrar el error y de proponernos la renovación. Escuchar a Jesús es la clave y el fundamento de nuestra corrección y de nuestra fraternidad.
UNA IGLESIA VERDADERAMENTE REUNIDA
Venir a la Iglesia es encontrarnos con la comunidad y por ende con Jesús. Una comunidad que escucha el mensaje del maestro, que juntos tratan de entender mejor su espíritu, una comunidad que se alimenta y piensa que nuestra fe adquiere sentido cuando se vive en medio de una comunidad fraterna, una comunidad que vive al centro de su vivir EL AMOR.
Nos encontramos con el Evangelio en comunidad, NO PARTICIPAMOS DE LA EUCARISTÍA PARA HACER UN RITUALISMO, PARTICIPAMOS DE LA EUCARISTÍA PARA SER HERMANOS UNOS CON OTROS, PARA CAMBIAR NUESTRA MENTALIDAD Y ABRIRNOS A LA NUEVA EXPERIENCIA Y DINÁMICA QUE DIOS PROPONE. Jesús es el ejemplo vivo de esta dinámica, un Jesús que se hace cercano, que va por los extranjeros, por los descarriados, por los lejanos, por los que caen, por los que se divorciaron teniendo una experiencia dolorosa, por los que experimentan confusión en sus personas, por los que no encuentran el amor de Dios en ningún lugar, ni persona, a todas estas personas estamos llamados, a todas estas personas estamos destinados, a todas estas personas son las que quiere Dios que invitemos a participar en nuestras celebraciones eucarísticas.
¿QUIERES REALMENTE SER DISCÍPULO DE CRISTO? NO SEAS OBSTÁCULO PARA QUE OTROS PUEDAN ACCEDER A DIOS Y SÉ HERMANO ENTRE TUS HERMANOS.
Que el Espíritu de Dios nos siga iluminando y que podamos realmente SER HERMANOS ENTRE HERMANOS. Saludos y Excelente Domingo.